Chiapas donde la religión y el milagro van de la mano junto a la tristeza y el reclamo de los indígenas tiene en su intrincada serranía sorpresas escondidas. Los pinos se mecen juguetonamente y el cafetal despide su aroma en diciembre.
Nunca he conocido tanta belleza junta guardada en sus lagos, ríos y agreste geografía de la sierra, en la calidez tropical de la costa y en la saturado cariño en la zona zapatista, donde el subcomandanteMarcos no ha depuesto las armas de lucha indígena y, por el contrario, persiste en su reclamo a través de la poesía y el discurso.
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